Muy a menudo los padres, temiendo parecer demasiado severos, dejan de llamarles la atención a sus hijos por algunos actos de pecado. ¿Es esto errado, desde un punto de vista pedagógico?

Desde luego que el pecado debe ser siempre considerado de la misma manera. El niño no siempre es consciente de que ha obrado mal... ¡Muchas veces hasta los mismos adultos no consiguen hacer tal distinción! Por eso, es importante hacerles ver que han errado.

Pero no siempre debemos evidenciar, inmediatamente, ese error. Cuando el niño llora, provocado por su propio egoísmo, o cuando está irritado porque se le ha pedido que deje pasar a otro, debe dejársele llorar, hasta que se tranquilice y se le pueda explicar lo que acaba de suceder.

Debemos juzgar también de acuerdo a nuestro propio comportamiento, porque tampoco nosotros, cuando nos enojamos, queremos escuchar los consejos de los demás con relación a nuestras faltas.

(Traducido de: Pr. Maxim Kozlov, Familia ‒ ultimul bastion: răspunsuri la întrebări ale tinerilor, traducere din limba rusă de Eugeniu Rogoti, Editura Sophia, București, 2009, pp. 238-239)