Cómo propagar el amor
El ejemplo brilla en misterio, no sólo cuando el otro está presente, sino también cuando no está. Si somos piadosos y perdonamos al que nos enoja, influimos en él, aunque no nos vea.
Tengamos amor, mansedumbre, paz. Así ayudaremos a nuestro semejante, cuando se encuentre bajo el dominio de maligno. El ejemplo brilla en misterio, no sólo cuando el otro está presente, sino también cuando no está. Luchemos por irradiar nuestra buena disposición. Porque cuando decimos algunas palabras de vida a nuestro semejante, sin sentirlas, él se da cuenta y se aleja de nosotros. Mientras que, si somos piadosos y lo perdonamos, influimos en él, aunque no nos esté viendo en ese momento.
No discutamos con los que blasfeman, con los enemigos de Dios, con los inicuos. No es bueno. Odiemos sus palabras y su maldad, pero no a ellos. Oremos más bien por cada uno. El cristiano posee amor y nobleza, sabiendo actuar con prudencia.
Así como un asceta que, sin que nadie lo vea, sirve a todo el mundo, porque el halo de sus oraciones llega hasta a todos, repartiendo el Espíritu Santo, así también nosotros debemos propagar el amor, con paciencia y sonriendo, sin esperar nada a cambio.
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, pp. 308-309)