¿Cómo puedo orar todo el tiempo?
Aunque veas que pones mucho esfuerzo en tu oración y los frutos son escasos, tú sigue orando con fervor, con dedicación. Acostúmbrate a orar y a dialogar con Dios.
Para que el creyente pueda orar como debe, necesitará de mucho esfuerzo, mucha lucha. No es posible dirigir tu corazón y tu mente a Dios instantáneamente. Pero ¿hay algo en este mundo que se obtenga con facilidad, rápidamente y sin mayor esfuerzo? ¿Qué arte, qué desahogo espiritual? Por eso, ora. Aunque veas que pones mucho esfuerzo en tu oración y los frutos son escasos, tú sigue orando con fervor, con dedicación. Acostúmbrate a orar y a dialogar con Dios. Esfuérzate en concentrarte lo más posible y en examinar cada uno de tus pensamientos.
Así, poco a poco, la oración se convertirá en algo sencillo para ti. Empezarás a sentir un dulce consuelo y, si tu empeño es auténtico, el Espíritu Santo, viendo tu perseverancia y el valor de tu afán, vendrá pronto a ayudarte. Y, ya en tu interior, te enseñará a orar en verdad. Dios nos pide que oremos sin cesar (I Tesalonicenses 5, 17).
Muchos dicen: “¿Cómo podemos orar sin cesar, si vivimos en el mundo? Si nos ocupamos solamente de orar, ¿cuándo tendremos tiempo para ocuparnos de nuestros asuntos?”. Desde luego que no podemos hacer una oración incesante en lo exterior, es decir, permanecer todo el tiempo en un estado de oración, porque todos tenemos obligaciones por cumplir. Sin embargo, quien sea capaz de sentir su propia pobreza interior, no dejará de orar, aunque esté inmerso en distintas actividades.
(Traducido de: Glasul Sfinților Părinți, traducere de Părintele Victor Mihalache, Editura Egumenița, 2008, pp. 349-350)