“Mi espíritu no permanecerá por siempre en el hombre, porque es de carne” (Génesis 6, 3). Hay en el hombre dos tendencias contrarias entre sí, pero la conciencia es una sola. El carácter de cualquier personalidad humana es definido por la parte hacia la cual se inclina. Si se inclina a la parte del espíritu, el hombre será una persona dedicada a su alma, un ser espiritual. Pero si se inclina a la parte del cuerpo, el hombre será un ser meramente carnal. El espíritu no está muerto en el hombre carnal, pero se encuentra sometido y no tiene ni voz ni voto.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Traducere din limba rusă de Adrian și Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, 2011, p. 21)