A los blasfemos debes verlos como a esos enfermos a los que les pides que no tosan o escupan frente a ti. El fundamento de nuestra salvación es el arrepentimiento. Cada día, antes de irnos a dormir, debemos recordar todos y cada uno de los pecados que cometimos en la jornada que finaliza, y arrepentirnos ante el Señor. Si no tenemos cómo cumplir con el compromiso de la obediencia, porque no hay a quién someternos, debemos estar preparados para hacer todo según la voluntad de Dios.

Hay dos clases de obediencia: una exterior y una interior. La obediencia exterior implica una sumisión total, cumpliendo todo lo que se ordena sin rechistar. La obediencia interior se refiere a la vida interior y espiritual, y requiere de la guía de un padre espiritual. El consejo del padre espiritual debe ser verificado con la Santa Escritura… La obediencia verdadera, que ofrece un gran provecho al alma, tiene lugar cuando haces lo que se te ha ordenado, aunque sea contrario a tu voluntad. Y es entonces cuando nuestro Señor te lleva en volandas (para cumplir con tu deber).

(Traducido de: Starețul Nicon de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 216)