Nadie podría recibir el conocimiento espiritual, si antes no cambia y no se vuelve como un niño. Porque solamente después de eso se puede sentir el gozo del Reino de los Cielos. Y esto es algo que no concierne al trabajo de los pensamientos, sino que puede ser gustado por medio de la Gracia. Pero, mientras el hombre no se purifique, ni siquiera podrá escucharla, porque es algo que no se puede obtener con la simple enseñanza.

Hijo, si por medio de la fe obtienes la pureza de corazón, que brilla en los lugares ajenos al mundo, y te apartas del conocimiento terrenal, hasta dejar de percibirlo, cuando menos lo esperes el conocimiento del espíritu se hallará ante ti sin que lo busques con afán. Porque dice: “Clava un poste, vierte aceite sobre él, y tendrás un tesoro en tu seno”. Y si estás atado con el lazo del conocimiento espiritual, es importante que sepas que es más fácil desatarte de una cadena de hierro que deshacerte de él. Pero, si no te apartas de las trampas del maligno, no podrás esperar en el Señor, porque siempre andarás en un camino inseguro y lleno de peligros.

Ora siempre con humildad (conociendo tu debilidad), para que puedas vivir como es debido ante Dios y bajo Su protección. Porque la misericordia es la consecuencia de la humildad, tal como la sombra sigue al cuerpo. Entonces, repito, no aceptes ningún pensamiento pernicioso. Y aunque te rodeen todos los males y todos los peligros, no te asustes ni los tomes en consideración.

(Traducido de: Sfântul Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoință, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 91)