Para que alguien pueda ser sincero en su relación con los demás, necesitará pensar siempre bien de ellos, sin asumir literal y completamente lo que le digan. Deberá, asimismo, evitar las discusiones sobre temas espirituales, que suelen traernos más dolores de cabeza que algún beneficio. Que no espere comprensión espiritual de ninguno de los que no creen en Dios, sino que mejor ore por ellos, para que Él los perdone y los ilumine.

De igual forma, es recomendable que hable con cada uno en su propia lengua, sin revelar las grandes verdades en las que cree y vive, porque no le entenderán, ya que se estará comunicando en otra “frecuencia” y en otra “longitud de onda”.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viața de familie, traducere din limba greacă de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 174)