¿Cuál es el propósito de mi vida como cristiano?
Y es que este es el propósito de la vida cristiana, según San Serafín de Sarov: obtener el Espíritu Santo.
El ser humano es más elevado que el mundo, así como el cielo se halla más allá de la tierra. No es posible ponerle límites a la vida. “El hombre”, decía Pascal, “se supera infinitamente a sí mismo”. Muchos dones se le otorgaron, aunque, por su torpeza, los termine enterrando o malgastando. Y se aferra al fango, olvidando su propósito y razón de ser. Olvidando que “el hombre”, como decía Pascal, “supera infinitamente al hombre”. Los talentos de la parábola son las fuerzas del hombre, que deben devolverse con ganancia al Señor. Debes saber que tendrás que responder por los dones que se te otorgaron; así, trabaja para obtener una buena retribución.
Que la vida unida con Dios sea un propósito para ti, una añoranza el Reino que se te prometió. Añora la vida eterna y verdadera. Y vive de ese modo también aquí, en la tierra.
No podrás tener la vida santa a la que has sido llamado, y no serás lo que Dios pretende de ti, si no vives espiritualmente, unido a Él. Seguirás siendo un pobre hombre “natural” (1 Corintios 2,14), es decir, inmóvil ante lo celestial, un hombre de arcilla que busca solamente la arcilla. El hombre “natural”, atrofiado por sí mismo, carente de horizontes, incapaz de realizar su propio desarrollo y alcanzar el estado de perfección. El hombre “natural”, a quien todo el mundo considera imagen de lo meramente humano, es un ser enfermizo, débil, porque tiene petrificada el alma (Romanos 11, 8). En cambio, el hombre espiritual es vigilante, ligero, incansable, vigoroso (Sabiduría 7, 22-23), actuando, desde luego, según su esencia. Lo normal es que viva en unión con Dios.
La vida en unión con Dios es la vida en Cristo, cuando ya no vives tú, sino Cristo es Quien vive y mora en ti, cuando también el Espíritu Santo desciende sobre ti. Y es que este es el propósito de la vida cristiana, según San Serafín de Sarov: obtener el Espíritu Santo.
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Ține candela inimii aprinsă - învățătura Părintelui Serghie, Editura Sophia, 2007, p. 105)