La cruz de los esposos es la de cumplir con todas las obligaciones nacidas del Sacramento del Matrimonio. Primero, procrear hijos y formarlos en el temor de Dios. Luego, enfrentar unidos todos los problemas que les sobrevengan, además de guardarse mutuamente fidelidad. Si los esposos obedecen a Cristo, a la Iglesia y a su padre espiritual, podrán cumplir con dignidad todos sus deberes cristianos y portar con facilidad la cruz de la vida que eligieron. Pero, cuando se alejan de la Iglesia, de su confesor y de la santa oración, las tentaciones y las tribulaciones empiezan a atacarles, caen en pecados mortales, abortan a sus hijos, se apartan del deber de engendrar a sus descendientes y dejan de temer a los mandamientos de los Santos Evangelios. Por tal razón, muchos esposos y esposas de nuestros días viven entre riñas, se divorcian y pierden todas las alegrías de la vida cristiana.

(Traducido de: Părintele Paisie, Duhovnicul, Editura Doxologia, p. 30)