Palabras de espiritualidad

Cuando el alma recibe la Gracia de Dios y aprende a conocerlo a Él

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Nadie puede entender el amor de Cristo, si antes no ha gustado el Espíritu Santo.

Con mi cuerpo yazco sobre la tierra, pero mi espíritu se esfuerza en ver a Dios en toda Su gloria. Aunque he pecado mucho, el Señor me ha permitido conocerlo a través del Espíritu Santo, y mi alma lo conoce y sabe cuán inmensamente miericordioso es y qué felicidad hay en Él.

En tanto no conoce el don divino, el alma le teme a la muerte. También le teme a Dios, pero porque no sabe lo humilde, amoroso y piadoso que es Él. z

Hermanos amados: nuestro Misericordioso Señor es testigo de que todo lo que aquí dice mi alma es cierto.  Que nadie se confunda: el que no ama a su hermano, tampoco ama a Dios. La Escritura nos habla claramente sobre esto (I Juan 4, 20-21), y nosotros tenemos que respetar esas palabras. Solo así cada uno de nosotros verá en su alma la misericordia del Señor.  ¡Y es que el don del Señor es muy dulce!

El joven busca una chica para casarse, y la chica busca un esposo. Así son las cosas en la vida terrenal, bendecida por Dios.

Pero, para el alma que el Señor Mismo ha elegido para Sí, y a la cual le da a gustar la dulzura del amor de Dios, la vida terrenal está en un nivel muy distinto al del amor de Dios. Por eso, lo único que le preocupa es mantenerse cerca de Dios y lejos de todas las cosas mundanas. Si se le acerca algún pensamiento terrenal, el alma no se deleita con él, porque no puede amar las cosas del mundo, sabedora de que toda su esperanza y anhelo están en lo celestial.

(Traducido de: Cuviosul Siluan AthonitulÎntre iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, 1996, p. 206)