Palabras de espiritualidad

“¡Cuando enfrentes una pena grande, ponte a orar a la Madre del Señor!”

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La Virgen María es la Madre del Señor, la Madre de nuestro Salvador Jesucristo. Una madre es siempre sensible a las cosas de su hijo, de su niño...

La Virgen María es la Madre del Señor, la Madre de nuestro Salvador Jesucristo. Una madre es siempre sensible a las cosas de su hijo, de su niño...

Voy a contarles un breve relato. Un joven fue enviado a prisión y estuvo veinte años en aquel lugar. Podría decirse que envejeció en el sufrimiento de la cárcel. Enfrentando un proceso extraordinariamente complicado y lento, a nuestro hombre se le acabó la paciencia y empezó a pensar que lo mejor sería quitarse la vida. Sin embargo, se acordó de que, cuando era joven y libre, su abuela le decía: “¡Cuando enfrentes una pena grande, ponte a orar a la Madre del Señor!”. Tiempo después, reconocería: “No tenía el valor necesario para hablarle al Señor”, porque sabía que no había llevado una vida precisamente ejemplar, “pero, ¡a la Madre del Señor, que fue una persona como nosotros, claro que empecé a orarle!”. Breve y conciso.

Una oración en la desesperación: “¡Oh, Madre del Señor, ya no soporto los dolores y las presiones que estoy enfrentando! ¡Ayúdame!”. Así oró en su celda. Y, luego de unos instantes, vio como atravesaba la puerta un ser refulgente, con un Niño en brazos: “Me has llamado... ¡Claro que te ayudaré! ¡Queda en paz!”, y desapareció. No volvieron a llamarlo a juicio, pero lo trasladaron a otro reclusorio, en algún sitio del Ártico. Y, a pesar de que tuvo que pasar varios años más en la cárcel, su alma siempre estuvo llena de una paz profunda, a pesar de que los sufrimientos exteriores eran muy duros de vez en cuando. La Madre del Señor le ayudó ni bien había terminado de pronunciar aquella oración.

Todo esto me lo contó el mismo protagonista del relato. ¡Y en la cárcel o se miente! Estando en prisión, cada uno saca a flote lo más puro que quede en su interior. El pobre hombre me contó todo lo que sufrió y cómo se resolvió su problema.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Ne vorbeşte Părintele Sofian, Editura Episcopiei Romanului, 1997, pp. 63-64)