Cuando, por vergüenza, nos confesamos con un sacerdote distinto a nuestro padre espiritual
Si tuvieras ese grado de arrepentimiento que aleja la verguenza, te habrías confesado con tu padre espiritual.
Tienes un padre espiritual y has cometido un pecado grave; te avergüenza confesarte con él y vas con otro sacerdote. ¿Has obrado de una manera agradable a Dios? ¡Claro que no! Si tuvieras ese grado de arrepentimiento que aleja la vergüenza, te habrías confesado con tu padre espiritual. Bueno, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Esconderás ese pecado de tu padre espiritual? Si lo escondes, tendrás remordimientos. Si lo confiesas nuevamente, esta vez a tu padre espiritual, lo sabrán dos confesores. ¿Y qué harás, por ejemplo, si luego de confesarte, el otro sacerdote no te permite comulgar durante todo un año? ¿Te quedarás sin comulgar, sin que tu propio padre espiritual lo sepa?
Y aunque les cuentes todo lo sucedido, las cosas no se resolverán tan simplemente como crees. Tu padre espiritual no puede exonerarte del canon de penitencia que te haya dado el otro confesor. Deberás cumplirlo, o volver al otro sacerdote para que te lo exonere, si considera que es adecuado hacerlo.
(Traducido de: Arhimandrit Vasilios Bacoianis, Duhovnicul și spovedania, traducere din lb. greacă de pr. Victor Manolache, Editura de Suflet, București, 2012, pp. 51-52)