Palabras de espiritualidad

¡Cuánta felicidad trajo al mundo la Santísima Virgen María!

    • Foto: Tudorel Rusu

      Foto: Tudorel Rusu

Todos nos llenamos de felicidad por esa calidad de la Santísima Virgen, por haber sido elegida por Dios-Padre, por haber llevado en su vientre a Dios-Hijo, porque el Espíritu Santo descendió sobre ella

Llevemos siempre en nuestra conciencia a la Madre del Señor, sabiendo que, al haber dado a luz a nuestro Señor Jesucristo, trajo felicidad, por estar llena de la Gracia de Dios, a todas las criaturas, es decir, a todos los ángeles y a todos los hombres y mujeres de fe. Todos nos llenamos de felicidad por esa calidad de la Santísima Virgen, por haber sido elegida por Dios-Padre, por haber llevado en su vientre a Dios-Hijo, porque el Espíritu Santo descendió sobre ella, porque ella fue saludada así por el Arcángel: “Alégrate, María, el Señor está contigo”, por haberla llamado “bendita entre las mujeres”, porque Santa Isabel tuvo la felicidad, por medio de la Gracia del Espíritu Santo, de reconocer a su prima María como Madre del Señor: “¿Y cómo es que la madre de mi Señor viene a mí?”, y estas palabras las pronunció después de que su alma saltó de alegría, bajo el poder del Espíritu Santo: “Bendita eres tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre” (Lucas 1, 42-43).

Tiempo después, cuando nuestro Señor se encontraba predicando, una mujer, impresionada por las enseñanzas de Cristo, alzó la voz y dijo: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron”, y el Señor le respondió: Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lucas 11, 27-28). En todas estas palabras, pronunciadas por el Arcángel, por Santa Isabel, por aquella mujer de la multitud, en todos esos elogios se halla el fundamento de la veneración que nuestra Santa Iglesia ofrece a la Madre del Señor.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Maica Domnului – Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, 2003, pp. 85-86)