Cuidar la mente y el corazón. De la templanza del cristiano
El hombre que examina su alma a cada momento, siente cómo su corazón se regocija ante cada revelación.
“El que refrena su boca de toda difamación y de juzgar a sus semejantes, está cuidando su corazón de las pasiones. El que piensa en Dios a cada instante, ve (contempla) al Señor y aparta los demonios que quieren acercársele, y arranca de raíz la semilla de su maldad. El hombre que examina su alma a cada momento, siente cómo su corazón se regocija ante cada revelación. Y aquel que dirige su mirada hacia su propio interior, ve ahí el rayo de luz del Espíritu. El hombre que rechaza los placeres puede ver al Soberano de su corazón. Si amas la pureza, en la cual mora el Señor de todo y de todos, no murmures en contra de nadie ni prestes atención a lo que murmura otro en contra de tu hermano. Y si ves a dos riñendo frente a ti, cierra tus oídos y aléjate de aquel lugar, para que no escuches palabras que provienen de la ira y evitar que tu alma, así, pierda vida. El corazón iracundo está vacío de los misterios de Dios. Y el que es manso y humilde con su mente, es también fuente de los misterios de la vida futura”
(Traducido de: Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoință, în Filocalia X, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2008, p. 198)