De cómo debemos servirnos los unos a los otros
De esto aprendemos que todos nuestros bienes —aquello que Dios nos dio— deben ser de provecho tanto para nosotros como para los demás.
Podemos ver que la creación entera sirve a todos por igual. El sol, la luna y las estrellas iluminan a todos sin excepción. El aire a todos nos ayuda a conservar la vida. La tierra a todos nos sostiene y alimenta. El agua nos hidrata y calma la sed de todos, ricos y pobres, conocidos y desconocidos, patrones y siervos.
De esto aprendemos que todos nuestros bienes, aquello que Dios nos dio, deben ser de provecho tanto para nosotros como para los demás.
Nuestro pan, nuestras vestimentas, nuestra mente y nuestras casas deben servir a todos, a nosotros mismos y también a nuestros semejantes.
(Traducido de: Sfântul Tihon din Zadonsk, Dumnezeu în împrejurările vieţii de zi cu zi, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 60)