Examinando detenidamente distintos casos, veremos que las dudas en lo que respecta a nuestra salvación y la desesperanza aparecen, especialmente, por los siguientes motivos:

1. En primer lugar, y en la mayoría de casos, por carecer de un guía espiritual.

2. El desconocimiento de las Santas Escrituras (que da origen a opiniones equivocadas y provoca que la mente se engañe).

3. El alejamiento de la Fe correcta (cuando nos relacionamos amistosamente con herejes, masones o comunistas ateos).

4. La dejadez del espíritu (es decir, cuando nos apartamos de las cosas espirituales, con insolencia y sin arrepentirnos).

5. La falta de una confesión pura (cuando nos confesamos por cumplir con un trámite o escondiendo y justificando cosas).

6. Cuando comulgamos con indignidad (cuando sabemos que hay algo que está mal en nosotros y aún así nos atrevemos a comulgar, para que los demás nos vean).

7. Cuando nos dejamos dominar por el orgullo y no buscamos sanarnos.

8. Cuando nos hacemos culpables de ser anatemizados por algún jerarca o sacerdote, y no buscamos el perdón y la absolución..

9. Cuando voluntariamente hemos cometido alguna injusticia de importancia (a hurtadillas o murmurando contra nuestro hermano, sin reparar el daño causado).

10. Cuando permitimos que la tristeza desmesurada nos inunde (que es la misma desesperanza), cosa que sucede usualmente con los enfermos que acaban perdiendo la paciencia.

11. Cuando por celos o envida terminamos blasfemando contra la Santa Fe, el Nombre de Dios o las Personas Santas.

12. Cuando nos maldecimos a nosotros mismos (o a los demás) con necedad y pronunciando en vano el Nombre del Señor, sin buscar después cómo sanarnos.

(Traducido de: Sfântul Ioan Iacob de la Neamț-Hozevitul - Opere complete, Editura Doxologia, Iași, 2013)