Palabras de espiritualidad

De la gratitud y una promesa ineludible

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Cuando sientes que le debes tu existencia a Dios, no sólo el presente, sino también el futuro, intentas entender quién es Él.

¡Qué difícil de cumplir es el mandamiento de amar a Dios, padre! Es algo que no está al alcance de todos...

—Sí, es algo realmente difícil. Pero, cuando sientes que le debes tu existencia a Dios, no sólo el presente, sino también el futuro, intentas entender quién es Él. ¡Hasta el Evangelista más amado dice que Dios es amor! Y al amor hay que responderle con amor... Como decimos popularmente, “Si bueno fue el día, buena debe ser también la gratitud”. ¿No?

Cuando era joven, vivía al estilo “Heidelberg”. Canciones, bebida, distracciones... Sólo cuando caí herido gravemente en el frente de batalla y Dios me salvó la vida —a pesar de que era imposible salvarme—, cuando los médicos decían que ya no se podía hacer nada por mí, y que seguramente no llegaría vivo al día siguiente, que me quedaban unas dos horas de vida... ¡Dos horas! Y Dios me salvó. En esas dos horas, en vez de morir, un avión me transportó a unos seiscientos kilómetros de allí, a un hospital militar. Al llegar, los médicos ya estaban preparados para operarme. Ni siquiera me preguntaron quién era yo, sino que inmediatamente me llevaron al quirófano. Sólo me empezaron a desinfectar, sin ni siquiera verificar los datos que aparecían en la placa de metal que llevaba al cuello, esa que sirve para identificar a los militares, con el nombre, el regimiento, la unidad, etc. Simplemente sabían que era urgente. “Luego le preguntamos quién es... ¡si logramos salvarlo!”. Y entonces, reconociéndome un gran pecador, ya desde que iba en el avión me puse a pensar que si Dios me había salvado, dedicaría toda mi vida a lo que Él quisiera de mí, y no a lo que yo quisiera hacer.

Semanas después de ser operado, cuando recibí una suerte de licencia condicionada a volver al hospital, dirigí mis pasos al Monasterio Putna para cumplir con mi promesa.

(Traducido de: Părintele Adrian Făgeţeanu, Viaţa mea. Mărturia mea ‒ Interviuri de Andrei Dârlău, volum coordonat de Ciprian Voicilă, Editura Areopag, București, 2011, pp. 131-132)