Palabras de espiritualidad

De la vida de un “Job” de nuestros días

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

“¡Pero, hombre… en tu lugar, en vez de ayudarlo, yo le habría dado una golpiza!”. “¡Tienes que alegrarte cuando sufras la injusticia, y llorar cuando tú seas injusto con otros!”, le respondió él.

Cuando empezó a cultivar legumbres, Anastasio rentó un yermo y trabajó duramente en él, hasta hacer cultivable la tierra. Hizo unos cincuenta surcos en la tierra, preparándola para sembrar en ella. Se esforzó mucho para quitar, con pala y azadón, las zarzas y las espinas, cuyas raíces son gruesas y duras como troncos. Pero, justo cuando había terminado de sembrar un poco de puerro y apio, vino el propitario del terreno y le pidió que se fuera. Así, cuando pudo vender —no sin trabajo— los frutos cosechados, se vio en la necesidad de buscar otro huerto. Meses después, al recoger la cosecha del nuevo terreno, eligió los mejores frutos y se los llevó al propietario del primero. Y no contento con esto, le limpió la tierra y la removió a escondidas, para que el hombre no tuviera que hacerlo. Un conocido suyo, al ver lo que estaba haciendo, le dijo en voz alta:

—¡Pero, hombre… en tu lugar, en vez de ayudarlo, yo le habría dado una golpiza!

—¡Tienes que alegrarte cuando sufras la injusticia, y llorar cuando tú seas injusto con otros! —le respondió Anastasio.

“Mientras tengamos vida, no debe haber una sola persona con la que no hablemos y tampoco tenemos que actuar mal con nadie, porque, cuando llegue el momento de partir de esta vida, será demasiado tarde para arreglar las cosas”, solía decir. “Deja que los demás hablen… tú cumple con tu deber para con Dios. De esta manera, cuando pidas Su auxilio, lo tendrás, y serás recompensado por tu paciencia”.

Anastasio jamás utilizaba la palabra “yo”, y tampoco hablaba de sus experiencias personales, a no ser que alguien se lo pidiera con insistencia.

(Traducido de: Anastasie Malamas, Ca aurul în topitoare, traducere de Ieroschim. Ștefan Nuțescu, ed. a 2-a, Editura Evanghelismos, București, 2012, pp. 78-79)

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