De ninguna manera aplaces tu confesión
Lo mejor es no aplazar, de ninguna manera, tu confesión. ¡No lo dejes para mañana! ¿Quién sabe qué imprevistos podrían surgirte mañana? Y, ¿acaso mañana tendrás la misma disposición y arrepentimiento que hoy? Dios te ha prometido perdonarte si te arrepientes hoy, pero en ningún momento te prometió que vas a vivir hasta mañana.
Hay quienes preguntan, “¿Cuándo debemos confesarnos?” Ante esta pregunta, algunos se apresuran en responder: “Durante el Ayuno Mayor, que es el período propicio para confesarse”. Pero, ¿es esta respuesta correcta? Si alguien se enferma de gravedad y te pide consejo, consultándote cuándo llamar al médico, ¿acaso le responderías “Espera a que venga el Ayuno Mayor”? ¡No! Seguramente llamarías al médico inmediatamente. Entonces, si de tal forma cuidas tu cuerpo, con mucha más atención deberías preocuparte por tu alma.
Lo mejor es no aplazar, de ninguna manera, tu confesión. Si hoy entró un rayo de la luz de Dios en la habitación de tu alma, mostrándote cuánto polvo flota en el aire y cuánta suciedad se ha acumulado en todos los rincones, ¡no postergues esa confesión que vendrá a limpiar toda tu casa espiritual! Si alguna palabra proveniente de Dios te conmovió hoy el corazón, haciéndote sentir repugnancia por tu propia impureza, apresúrate a lavarte con el agua del arrepentimiento. Si Dios vino hoy y llamó a la puerta de tu mente, corre y vé a donde tu Padre Espiritual, para reconciliarte con Dios.¡No lo dejes para mañana! ¿Quién sabe qué imprevistos podrían surgirte mañana? Y, ¿acaso mañana tendrás la misma disposición y arrepentimiento que hoy? Dios te ha prometido perdonarte si te arrepientes hoy, pero en ningún momento te prometió que vas a vivir hasta mañana. Al contrario, Él te recuerda que no sabes el día ni la hora de tu propia muerte. Por eso, confiésate inmediatamente, cada vez que sientas la necesidad de hacerlo.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, Editura Predania, București, 2010, p. 110)