Palabras de espiritualidad

De un obispo que vivió como asceta en los bosques de Sihla

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Acercándosele, escuchó que el anciano decía: “¿En qué me he equivocado hoy, Señor, que has permitido que alguien me viera?”.

En la primavera de 1951, Dios permitió que el padre Juan (antiguo obispo vicario de la Metropolía de Kiev) fuera visto nuevamente. El monje Stefan Juncu, caminando por el bosque con las ovejas del Monasterio Sihăstria, observó algo que le llamó la atención. Los perros dejaron de ladrar, y las ovejas se amontonaron alrededor de un anciano asceta desconocido. Era el venerable obispo Juan. Acercándosele, Stefan escuchó que el anciano decía: “¿En qué me he equivocado hoy, Señor, que has permitido que alguien me viera?”.

Después, dirigiéndose al joven monje, le dijo: “¡Hermano Stefan, ven más cerca y no temas! ¡Sé que te confiesas con el padre stárets Joel, pero te suplico que no le digas al confesarte, ni a nadie más, que hoy te encontraste conmigo!”. Y, volviéndose hacia el bosque, se adentró en este y desapareció.

El hermano Stefan guardó el secreto por una semana, porque al confesarse le contó al padre Joel cómo se había encontrado con aquel anacoreta santo. Al escuchar esto, el stárets salió a toda prisa con el higúmeno del monasterio, el padre Visarión, y durante una semana estuvieron recorriendo los bosques circundantes, anhelando encontrarse con el santo jerarca.

Un mes más tarde, el obispo Juan se le apareció nuevamente al hermano Stefan, cuando este había salido nuevamente a pastar las ovejas. Le dijo: “Hermano Stefan... ¡la otra vez te pedí algo, pero no me hiciste caso! ¡Quiero anunciarte que pronto te llamarán a hacer el servicio militar y después ya no volverás al monasterio!”. Profecía que habría de cumplirse por completo, porque, al terminar de prestar el servicio militar, Stefan se casó y se quedó en el mundo.

Desde ese año ya no se supo nada de este grande y santo obispo. No sabemos si volvió a su patria, como siempre quiso, o si murió en los bosques de Sihla, en donde, a lo largo de los siglos, se han esforzado y santificado cientos de piadosos y piadosas, de las cuales la más conocida es la Venerable Teodora de Sihla.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 593)