De una condición esencial para orar
Lo más importante es pronunciar tu oración con delicadeza de alma, con amor y con fervor, y así nada te parecerá extenuante.
Solamente en la Gracia es posible orar. No es posible hacer ninguna oración sin el auxilio de la Gracia. Recordemos lo que dice el Eclesiástico: “Porque la alabanza supone la sabiduría, y el Señor es quien la concede” (Eclesiástico 15, 10). Es decir que solamente Aquel que domina la sabiduría divina puede alabar correctamente a Dios. Solamente el Señor puede dar la Gracia necesaria para ello. Cuando venga la Gracia, simplemente di el nombre “Cristo”, y tu mente y tu corazón se llenarán.
Este amor y este anhelo ferviente tienen también sus niveles, sus grados. Cuando vives este amor, no solamente deseas alcanzar las bondades espirituales estando despierto, sino que también las ves en tus sueños. Haz todo en el amor. Esfuérzate siempre desde el amor, sea cual sea tu afán. Siente amor y agradecimiento hacia Dios, sin pensar que tienes que alcanzar algo. Lo más importante es pronunciar tu oración con delicadeza de alma, con amor y con fervor, y así nada te parecerá extenuante. Es como cuando dices “madre mía” o “padre mío”, y sientes un gran consuelo en tu interior.
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, p. 204)