¡Detengamos el motor del egoísmo!
Mientras haya egoísmo en nosotros, habrá también dolor. Cuando logremos hacernos humildes, nada nos dolerá, porque estaremos llenos de paz y serenidad.
Aquel que nos desprecia, nos difama y nos señala, lo que realmente está haciendo es cauterizar la herida de nuestro egoísmo, para que sanemos. Dios permite que esto suceda, precisamente para que podamos volver a la salud. Y es que, mientras haya egoísmo en nosotros, habrá también dolor. Cuando logremos hacernos humildes, nada nos dolerá, porque estaremos llenos de paz y serenidad. ¿Qué hace el almirante cuando ve las olas amenazando la nave? Si intenta luchar con el mar, haciéndose el valiente, terminará destruyendo la embarcación. ¿Qué hace un marinero experimentado? Detiene el motor y deja que el barco avance con el mismo impulso del oleaje. Y, cuando el mar se tranquiliza, enciende nuevamente las máquinas, salvando su nave y su tripulación.
Por eso, es necesario tener mucha sabiduría cuando una situación semejante aparece entre dos personas egoístas. Una de ellas debe reflexionar, detener el motor y, poco a poco, dejarse llevar por las olas, esperando a que el egoísmo y los gritos del otro cesen. Cuando esto suceda, encontrarán juntos la solución a sus malentendidos.
(Traducido de: Părintele Efrem Athonitul, Despre credinţă şi mântuire, tradusă de Cristian Spătărelu, Editura Bunavestire, Galaţi, 2003, p. 21)