¡Dios siempre cuida de nosotros!
¿Cómo valoramos el inmenso amor que nos tiene nuestro Creador y Su bondad para con nosotros? ¿Cómo podemos agradecerle correctamente por el cuidado que nos prodiga y Sus incesantes bendiciones?
David, colmado de admiración por el inefable e insondable amor a la humanidad del Soberano de todo, se dirige a Él con estas palabras: “Cuando veo los cielos, obra de Tus manos, la luna y las estrellas que creaste...” (Salmos 8, 3).
“Señor, ¿qué es el hombre para que te cuides de él, este mortal para que en él pienses? El hombre es como un soplo, sus días como sombra que pasa” (Salmos 143, 4). Con gran sabidudía y de una forma prodigiosa habla del modo como terminan nuestros efímeros días. Porque, tal como cuando el sol se pone o es cubierto por una pequeña nube desaparece inmediatamente la sombra de las cosas, así también se extingue nuestra vida inmediatamente después de que del cuerpo sale el alma.
Sin embargo, sin tener en cuenta nuestra nimiedad y maldad, nuestro Creador, Dios, no deja de cuidarnos, y sigue haciéndonos el bien de todas las formas posibles. Entonces, nosotros, que somos unos desagradecidos, ¿cómo valoramos el inmenso amor que nos tiene nuestro Creador y Su bondad para con nosotros? ¿Cómo podemos agradecerle correctamente por el cuidado que nos prodiga y Sus incesantes bendiciones?
(Traducido de: Sfântul Maxim Grecul, Viața și cuvinte de folos, Editura Bunavestire, Galați, 2002, p. 83)