Palabras de espiritualidad

Educación sexual de los hijos. Cuándo empieza y quiénes son los maestros más aptos

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Los hijos suelen charlar más con el progenitor de su mismo sexo, especialmente cuando crecen y alcanzan la adolescencia. Pueden, sin embargo, hacerle preguntas a cualquiera de sus padres. Un principio fundamental es responderle al niño —con medida— lo que nos preguntó: ni más, ni menos.

Padre, tomando en cuenta que es importante que los padres sean los primeros en hablar con sus hijos sobre sexualidad, ¿cuál de ellos debe asumir esa responsabilidad? ¿El padre o la madre? ¿A partir de qué edad el niño está ya preparado para recibir semejante información?

En primer lugar, la educación sexual no es algo que deba hacerse “en frío”, sin estar preparados, simplemente diciendo: “ven, hijo, hablemos de sexualidad”. Normalmente se hace de acuerdo a los requerimientos del mismo niño y tomando en cuenta su edad y temperamento. ¿Quién debe asumir tal responsabilidad? En principio, el progenitor que recibe la pregunta. No es bueno que éste rehúya responder o que mande al niño a preguntarle al otro progenitor. Se trata de un asunto para el que todo padre y toda madre están capacitados y deben saber responder.

Los hijos suelen charlar más con el progenitor de su mismo sexo, especialmente cuando crecen y alcanzan la adolescencia. Pueden, sin embargo, hacerle preguntas a cualquiera de sus padres. Por ejemplo, si tu hijo varón te hace preguntas que te cuesta responder, puedes proponerle que hable con su papá. Lo mismo en el caso de las chicas: probablemente les resulte más fácil conversar del tema contigo, su mamá. Pero, atención, esto no debe hacerse sólo para evitar dialogar con tus hijos.

Y bien, ¿cuáles podrían ser esas preguntas? Depende de la edad. Los niños más pequeños preguntan sobre las diferencias anatómicas que observan en sus hermanos de otro sexo. Los hijos más grandes —niños aún— pueden preguntar por qué existen tales diferencias anatómicas. Les podemos explicar, entonces, que tales diferencias ayudarán, más tarde, a que hombre y mujer tengan sus propios niños. Un principio fundamental es responderle al niño —con medida— lo que nos preguntó: ni más, ni menos.

(Traducido de: Pr. Vasile ThermosSfaturi pentru o creştere sănătoasă a copiilor, traducere de Pr. Şerban Tica, Editura Sophia, Bucureşti, 2009, pp. 67-68)