Palabras de espiritualidad

Eduquemos a nuestros hijos para que amen y sean amados

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Recuerdo que, de niña, amaba a todo el mundo. Nunca permitía que fuera mi madre quien recibía a las visitas. Le decía: “¡Espera, que yo los recibiré! Tú aparece después”. Me gustaba sentarme a conversar con “los grandes”. Amaba, talvez porque todo niño quiere ser amado.

¡Para esto fue que nacimos! ¡Para amar! Pero he aquí el mayor error de nuestra educación: te dicen “No juegues con tal niño, porque es malo. No hables con fulanito, porque es un mentiroso”. Y así comienza la maldad. Porque el niño, aún desde muy pequeño, está preparado para amar a todo el mundo. Él no sabe qué significa “mío” y “tuyo”. Tomará tu bolso, buscará en él... y tomará lo que le guste. ¡Eso no significa que te esté robando! Simplemente no entiende la idea de “propiedad”. Él ama... en general.

Recuerdo que, de niña, amaba a todo el mundo. Nunca permitía que fuera mi madre quien recibía a las visitas. Le decía: “¡Espera, que yo los recibiré! Tú aparece después”. Me gustaba sentarme a conversar con “los grandes”. Amaba, talvez porque todo niño quiere ser amado. En principio, si no ofreces amor, no lo recibirás. Más adelante, esto te será indiferente, porque vivirás del Amor de Dios. Entonces podrás ofrecérselo a todos, sin preocuparte si eres amado o no. No te preocupes más. Que nada te preocupe más que amar y estar con Él.