El alma del hombre canta
Todo lo creado canta. Cantan los ángeles del Cielo, canta el viento, y también las aguas cantan. Cantan las aves del bosque, cantan los grillos sobre la tierra mojada, pero, sobre todo, canta el hombre. El hombre canta, tanto en la alegría como en la tristeza. Canta y canta…
La ofrenda más bella y más hermosa que el hombre le puede presentar a Dios es el canto. Todo lo creado canta. Cantan los ángeles del Cielo, canta el viento, y también las aguas cantan. Cantan las aves del bosque, cantan los grillos sobre la tierra mojada, pero, sobre todo, canta el hombre. El hombre canta, tanto en la alegría como en la tristeza. Canta y canta…
El canto es un don que Dios le dio al hombre como un consuelo. El hombre cantó por primera vez cuando fue expulsado del Paraíso. Desde entonces, el alma del hombre empezó a cantar de añoranza por Dios, cuando notó que extrañaba el Paraíso y también a los ángeles, a sus propios hermanos y a todos los santos. Así fue como empezó a componer distintos himnos litúrgicos, para cantarlos ante el altar y los íconos. Son cánticos que contienen las más bellas palabras de alabanza, de agradecimiento y de petición. Estos cánticos son las ofrendas más apreciadas por Dios y los santos.
Pero, también en el calor del hogar el hombre canta, canta y canta. Canta la dulce madre cuando arrulla a su hijo. Canta el hombre cuando está lejos de su familia y de su pueblo. Canta el joven enamorado, y también canta aquel que se siente solo.
El hombre canta cuando está feliz, y canta también cuando está triste. También canta el hombre en el dolor, al separarse de sus seres queridos y cuando parte para no volver jamás. Pero también canta de júbilo cuando se casa, o cuando se encuentra con ese amigo al que nunca olvidó.
(Traducido de: Arhiepiscopul Iustinian Chira, Colo’n sus în vremea aceea, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2010, pp. 7-8)