Palabras de espiritualidad

El alma y sus cualidades en el hombre virtuoso y en el pecador

    • Foto: Benedict Both

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Un alma “grande” es aquella que se sacrifica por el bien de los demás, que no busca su propio interés, sino la paz de todos los que le rodean,

Al padre Jacinto (Unciuleac) le interesaba mucho “ganarse” definitivamente a quienes habían abandonado el camino del pecado, pero que aún dudaban de haber recibido el perdón de Dios. Por tal razón, insistía una y otra vez en que el hombre tiene que confiar en la palabra de Dios: “Venid a Mí todos los que estáis afligidos y agobiados, y Yo os daré descanso” (Mateo 11, 28); pero “atreveos, porque Yo he vencido al mundo (Juan 16, 33); “Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán” (Isaías 1, 18).

Todo el tiempo utilizaba argumentos bíblicos para fortalecer la confianza en la misericordia de Dios, de aquellos que recién volvían del pecado.

A quienes dudaban de la existencia del alma, el padre Jacinto les decía:

—¿Saben lo que es el alma? Porque está más viva y es todavía más real que el mismo cuerpo. Al cuerpo lo podemos ver, pero no sabemos qué hay en su interior. No siempre conocemos su estructura, sus trastornos y las causas de tales padecimientos. Pero, en lo que respecta al alma, todo eso es muy claro. Todos hemos escuchado expresiones como “es una persona con un alma muy grande” o “ese hombre es un desalmado”. Entendemos que una persona “con alma” irradia bondad y amor al prójimo; es alguien que ama a los pobres y a los huérfanos, que sabe perdonar a quienes le han ofendido, que devuelve el mal con el bien, que no se acuerda del mal sufrido, que le teme a Dios y tiene fe en Él, que hace fructificar los dones de la fe. Un alma “grande” es aquella que se sacrifica por el bien de los demás, que no busca su propio interés, sino la paz de todos los que le rodean.

Por otra parte, el hombre con un alma “débil”, de quien se dice que es un “desalmado”, es pérfido y malicioso, y no tiene ni sosiego, ni paz, ni consuelo. Es cruel, deshonesto, mentiroso y se goza cuando los otros sufren. Es un ser inclemente, que edifica su felicidad sobre la debilidad de los demás.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 735)