El amor anula las distancias
Para que exista comunicación espiritual entre las personas, es necesario que trabajen en la misma “frecuencia”.
Padre, ¿cómo se comunican los hombres espirituales cuando están lejos?
—Escribiéndose cartas o utilizando el telégrafo, con el código morse.
¿Podría explicármelo?
—Para que exista comunicación espiritual entre las personas, es necesario que trabajen en la misma “frecuencia”. Esto es algo que ni los científicos podrían entender. ¿Se acuerdan de aquel relato que escribí en “Los Padres de Athos”? Cierto día, un monje se propuso ir a visitar a un padre de Kapsala, y pensó: “¿Qué puedo obsequiarle, como bendición?”. Así, consiguió dos pescados. Los limpió y los dejó listos para llevárselos. Entre tanto, Dios le dio a conocer al otro que su amigo vendría a visitarle. Entonces, pensó: “Seguramente vendrá cansado y con hambre. ¿Qué podría servirle?”. Y atención a lo que ocurrió: cuando el primero recién había terminado de limpiar los dos pescados, por la ventana entró un pájaro y, tomando con el pico uno de ellos, se lo llevó volando al otro monje, en Kapsala, a unas cinco horas de camino. ¿Entienden? Cuando el segundo monje pensó cómo recibir al otro, vino el ave y sirvió como intermediaria.
Cuando el hombre tiene el Amor, es decir, a Cristo, aunque sea mudo, es capaz de entenderse con millones de personas, de cualquier nacionalidad y edad, porque también cada generación tiene su propio lenguaje. Pongamos a dos personas que no tienen ninguna forma de amor mutuo, a que se sienten juntas y no se hablen. En otra parte pongamos juntas a dos personas que tienen amor, y pidámosles que tampoco se hablen. ¿Cómo se sentirán las primeras, y también las segundas? Seguramente todas guardarán silencio, aunque las segundas empezarán a hablar “en misterio”, porque hay un lazo de comuncación entre ellas. Al contrario, los que no tienen amor no podrán comunicarse, porque lo que hay entre ellos es puro “aislamiento”. Cuando no hay amor, es posible que dos personas estén cerca la una de la otra, pero siempre se encuentren distantes.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Patimi și virtuți, Ed. Evanghelismos, București, 2007, p. 228)