Palabras de espiritualidad

El amor de Cristo que proyectamos a los demás

  • Foto: Bogdan Bulgariu

    Foto: Bogdan Bulgariu

En la vida cristiana, nuestra felicidad no está sino en Cristo, en la conciencia de que solamente Él es la Verdad.

Si no hubiera resurrección, los cristianos seríamos lo más triste que hay sobre la faz de la tierra, dice San Pablo. ¿Por qué? Porque el amor de Cristo es crucificado permanentemente en este mundo. Nuestra vida será un sufrimiento constante, mientras el mundo, en su totalidad, no sea salvado.

Nos hacemos cristianos porque “Dios es amor”, y no porque esto podría facilitar nuestra “carrera” terrenal. En la vida cristiana, nuestra felicidad no está sino en Cristo, en la conciencia de que solamente Él es la Verdad.

En cierta ocasión, un peregrino que se hallaba de visita en el Santo Monte Athos, les planteó la siguiente pregunta a varios stárets: “¿Qué es lo más importante en esta vida?”. Y cada vez recibió la misma respuesta: “El amor divino; amar a Dios y a tu prójimo”. Pero él pensaba: “Yo no siento amor ni por la oración, ni por Dios, ni por mis semejantes… ¿qué debo hacer?”. Y después de meditarlo profundamente, decidió: “Actuaré como si tuviera ese amor”. Treinta años más tarde, el Espíritu Santo le concedió el don de ese amor.

(Traducido de: Arhimandritul SofronieDin viață și din Duh, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2014, p. 29)