Palabras de espiritualidad

El amor de Dios por nosotros

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Conozcamos el amor de Dios, endulcémonos con Su amistad —que no podría saciarnos jamás—, mencionemos siempre Su palabra, de la cual brota miel, al llamarnos “amigos”. “Ustedes son Mis amigos”, dice Él... y no sólo “amigos” nos llamó.

San Juan Evangelista, como visionario de los misterios divinos, siendo amado discípulo y amigo del Señor, nos demostró perfectamente la imagen y plenitud del amor de Dios por nosotros:”Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó Su Hijo Unigénito” (Juan 3, 16). Dios no ofreció un querubín, un serafín o algún archiestratega de los poderes celestiales, sino a Su Hijo Unigénito; por nuestra salvación, a la muerte lo envió.

¡Oh, amor de Dios por los hombres! ¡Oh, ignorancia nuestra! Nos asombra y nos admira ese suceso. Porque Abraham no protestó ni renunció luego de recibir la orden divina de sacrificar a su hijo. ¿Qué relación existe entre estos dos ejemplos? El sacrificio del Hijo de Dios y del hijo de Abraham; uno aceptó ser sacrificado por su propio padre, mientras que el otro, con el consejo del Padre, aceptó la muerte, con tal de vencerla y hacernos amigos de Dios. Y si Él fue capaz de aceptar la muerte, por nuestra salvación, ¿qué hará Su amor cuando sepa que no somos agradecidos? ¡Triste ceguera y amargura, la nuestra! Nosotros, que renunciamos a cualquier esfuerzo, por amor a nosotros mismos, mientras que Él no renunció a morir por nosotros... Y tanto olvidamos ganar nuestro bien, como Él desea darnos el Suyo. Conozcamos el amor de Dios, endulcémonos con Su amistad —que no podría saciarnos jamás—, mencionemos siempre Su palabra, de la cual brota miel, al llamarnos “amigos”. “Ustedes son Mis amigos”, dice Él... y no sólo “amigos” nos llamó. Sino que, “si hacen lo que les mando, a partir de ahora no les llamaré siervos (Juan 15, 14-15). De siervos, amigos Suyos nos hizo. Entonces, por esa enorme amistad, ¿no sería justo aceptarlo todo?

(Traducido de: Povățuiri creștine pentru tineri, Colecție coordonată de Ignatie Monahul, Editura Anastasia, București, 2001, p. 22)