El amor no tiene los límites del hombre, ni el espacio, ni el tiempo: no muere nunca. Es fuerte, de manera que pervive más allá de la sepultura y alcanza al ser amado. Ni siquiera el infierno le presenta resistencia, y atraviesa el mismo cielo.

El amor es la cualidad de Dios por la cual creó al mundo visible e invisible, y cada criatura que conoce al Padre es atravesada por el amor. Si persistiéramos como es debido en este amor sin límites, se reflejaría también en nosotros nuestro origen divino, la imagen y semejanza de los hijos con el Padre, y tendríamos una gran cantidad de virtudes divinas, por la Gracia y no por naturaleza, y, en primer lugar, no seríamos tan limitados en tantos aspectos.

El amor es el camino más corto y más elevado a la perfección (I Corintios 12, 31); con él tenemos en nosotros el Reino de los Cielos. El fuego del amor divino, por amor a la Verdad, entre contrarios se enciende y se mantiene.

(Traducido de: Părintele Arsenie Boca - Mare îndrumător de suflete din secolul XX, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2002, p. 102)