El amor es el vino que alegra el corazón del hombre
Dice San Isaac el Sirio que este vino alegra el corazón del hombre. De este amor bebieron quienes eran perversos, avergonzándose; bebieron también de él los pecadores, alejándose de su camino equivocado; los ebrios también lo gustaron y empezaron a ayunar; los ricos lo bebieron y desearon ser pobres; los pobres lo bebieron y se enriquecieron de esperanza... Lo bebieron también los sencillos, los iletrados, y se hicieron sabios. Sólo el amor puede lograr algo así.
Dice San Isaac el Sirio en su discurso número sententa y dos, que “El amor es el árbol de la vida” y agrega algo maravilloso, cuando dice:
“El amor es el vino que alegra el corazón del hombre”.
Nosotros recordamos esas palabras cada vez que repetimos el Salmo 103, diciendo sobre el vino que “alegra el corazón del hombre”, recordando que Dios hizo el pan que fortalece el corazón del hombre, el aceite que le ilumina el rostro y el vino que le alegra el corazón. Y pensamos en el vino verdadero. Y agrega San Isaac el Sirio que el vino que alegra el corazón del hombre es el amor de Dios y el amor al prójimo, Más adelante, afirma:
"Este vino alegra el corazón del hombre. De este amor bebieron quienes eran perversos, avergonzándose; bebieron también de él los pecadores, alejándose de su camino equivocado; los ebrios también lo gustaron y empezaron a ayunar; los ricos lo bebieron y desearon ser pobres; los pobres lo bebieron y se enriquecieron de esperanza... Lo bebieron también los sencillos, los iletrados, y se hicieron sabios. Sólo el amor puede lograr algo así. "
San Máximo el Confesor dice que hay tres clases de amor: “El amor que viene de un mandamiento, el amor natural y el amor en contra de lo natural”. El primero mencionado es el amor de aquel que obedece el mandamiento de Dios, amando a todos por igual, pero a Dios sobre todo. El amor natural, es el que sienten los padres por sus hijos, los hijos por sus padres, los hermanos entre ellos. Y el amor en contra de lo natural es el que sienten aquellos que unen perversión con amor y aman sólo a los que comparten con ellos tales desviaciones.
(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Veniţi de luaţi bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 74-75)