El anhelo de lo celestial
Uno de los más grandes santos de nuestros tiempos, San Siluano el Athonita, en muchos de sus escritos dice que las tribulaciones, los problemas y las tragedias vienen a la vida del hombre porque este no ora.
¿Quién quiere partir de esta vida tan llena de hipocresía, para irse a la eternidad? ¿Quién quiere impacientemente librarse de las cargas y mentiras de esta vida pasajera, para irse a morar en la patria a la cual nos llama diariamente el Señor con Su palabra?
Yo conocí un alma que era así. Dos semanas antes de morir, aquella persona, con alegría y fervor, esperaba y oraba en su enfermedad: “¡Oh, Madre del Señor, llévate mi alma!”. Pero no lo hacía por desesperanza, sino bajo la inspiración del Espíritu Santo, porque lo que anhelaba era dejar atrás toda esta falsedad en la que vivimos. Todos seguiremos ese mismo camino, aunque a simple vista nos parezca una terrible tragedia. Pero, a pesar de su trágica apariencia, como la Pasión y la muerte del Hijo de Dios, en los misterios divinos no existen las tragedias, porque todo proviene de la Providencia del Señor, que nos alza de este mundo al Cielo, de la muerte a la vida, de lo efímero a lo eterno, de lo falso a lo cierto. Por eso, busquemos, en primer lugar, nuestra patria celestial, el Reino de Dios, y Su justicia. Pero, ante todo, busquemos la oración. Uno de los más grandes santos de nuestros tiempos, San Siluano el Athonita, en muchos de sus escritos dice que las tribulaciones, los problemas y las tragedias vienen a la vida del hombre porque este no ora.
(Traducido de: Celălalt Noica – Mărturii ale monahului Rafail Noica însoțite de câteva cuvinte de folos ale Părintelui Symeon, ediția a 4-a, Editura Anastasia, 2004, pp. 90-91)