Palabras de espiritualidad

El arrepentimiento arde todos los pecados

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

Quien quiera ser amigo del mundo, enemigo de Dios se hará. Quien reciba la gloria pasajera no podrá recibir la gloria eterna.

Así como el fuego, al caer entre la maleza, la destruye, de la misma forma la Gracia de Dios destruye y purifica todos los pecados de quien se arrepiente. No te preguntes nada, más bien cree. No importa cuánto hayas pecado, confiésate y serás absuelto. Reconoce que pecaste, levántate, llora como aquella mujer adúltera, arrepiéntete como el publicano, corre al Señor como el hijo pródigo y la mujer cananea. Ayuda a los demás, renuncia a seguir pecando, deja de caer en el desenfreno, de mentir, de juzgar, de burlarte de los otros, de holgazanear, de robar, de insultar, de envanecerte, de buscar los elogios. Con toda tu alma dedícate a servir a los demás y a orar, despreciando las cosas de este mundo, y Dios te liberará de todos tus pecados.

No pretendas “purificar” tu cuerpo descansando, frecuentando baños termales, acomodando tu lecho y comiendo cosas especiales, que, en todo caso, no son sino alimento para los gusanos. Mientras más se hinche tu cuerpo con esas comidas, una mejor morada estarás preparando para los gusanos, atando tu alma con unas cadenas que le impiden alzarse al Cielo.

Quien quiera ser amigo del mundo, enemigo de Dios se hará. Quien reciba la gloria pasajera no podrá recibir la gloria eterna.

(Sfântul Teofan ZăvorâtulPatericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, pp. 152-153)