El arrepentimiento sincero y sus frutos
Todo esto es aplicable a nosotros. Dios se regocija y los ángeles se alegran en los Cielos cuando volvemos del pecado.
¿Cuál es el primer paso de la confesión? Ser consciente de tu pecado. ¿El segundo? El arrepentimiento. ¿Qué dice el Evangelio? Porque también el hijo pródigo lo entendió: se dio cuenta del lugar donde se hallaba, vio que no le quedaba otra que comer los desperdicios con los cerdos, se arrepintió y dijo: «Iré a la casa de mi padre y le diré: “Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como al último, como a uno de tus siervos… ¡pero recíbeme en tu casa!”».
Y así lo hizo. ¿Qué fue lo que siguió, habiendo procedido de esta manera? Siguió el perdón y la recompensa: se hizo un banquete en su honor. Lo mismo es aplicable para nosotros. Dios se regocija y los ángeles se alegran en los Cielos cuando volvemos del pecado.
Y queremos hacer esto cada vez que regresamos al Padre Celestial, en la Iglesia del Dios Vivo, cuando, estando muertos, renacemos y nos hacemos agradables a Él. ¡Que el Señor nos ayude!
(Traducido de: Preotul Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăși pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 78)