El arte supremo de la oración
Una y otra vez, nos volvemos conscientes de la impotencia de nuestra mente de alzarse hasta donde está Él.
La oración es una creación infinita, el arte supremo. Con ella, siempre sentimos un impulso encendido de buscar a Dios, seguido de una caída desde Su luz. Una y otra vez, nos volvemos conscientes de la impotencia de nuestra mente de alzarse hasta donde está Él. Hay momentos en los que nos sentimos al borde de la locura.
“Nos diste el mandamiento de amarnos mutuamente, pero no encuentro en mí esa capacidad de amar. Ven y obra en mí todo lo que nos mandaste hacer, porque Tus mandamientos superan mis fuerzas. Mi mente es demasiado débil para entenderte a Ti. Mi espíritu no puede ver los misterios de Tu voluntad. Mis días pasan en un desorden infinito. Me atormenta el temor de perderte, debido a los malos pensamientos que anida mi corazón”.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Rugăciunea, experiența vieții veșnice, Editura Deisis, Sibiu, 2001 p. 82)