Palabras de espiritualidad

El auxilio de la Gracia para entender la revelación de Dios

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Si lees algún libro de teología ortodoxa, entenderás que la verdad no puede ser alcanzada con las exiguas capacidades del hombre. Ya puedes leer las Escrituras o cualquier otro libro santo, que no entenderás lo que lees.

Si lees algún libro de teología ortodoxa, entenderás que la verdad no puede ser alcanzada con las exiguas capacidades del hombre. Ya puedes leer las Escrituras o cualquier otro libro santo, que no entenderás lo que lees. Un ejemplo de esto lo encontramos en los Hechos de los Apóstoles, en el relato sobre el Apóstol Felipe y el eunuco etíope. «El Angel del Señor habló a Felipe diciendo: “Levántate y marcha hacia el mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto.” Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén, regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: “Acércate y ponte junto a ese carro.” Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: “¿Entiendes lo que vas leyendo?”. Él contestó: “¿Cómo lo puedo entender, si nadie me hace de guía?”. Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él. El pasaje de la Escritura que iba leyendo era este: “Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca. En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra”. El eunuco preguntó a Felipe: “Te ruego me digas de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?”. Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús. Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había agua. El eunuco dijo: “Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?”. Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y lo bautizó».

(Traducido de: Ieromonah Serafim Rose, Descoperirea lui Dumnezeu în inima omului, Editura Christiana, p. 9)