El auxilio de los Santos Padres para que podamos entender nuestros pecados y pasiones
“Tienes que entender que primero es necesario arrancar de raíz esa pasión de tu corazón, para después cambiar tu alma y tu vida entera. Y podrás acercarte más a Dios, solamente cuando seas capaz de realizar esa transformación en tu vida espiritual”.
Las raíces de los pecados, como nos enseñan los Santos Padres, son las pasiones. La sistematización de la enseñanza sobre las pasiones está descrita en muchas de sus obras. Enumeremos algunas de esas pasiones: la gula, el desenfreno, la codicia, la ira, la tristeza, la preocupación exagerada, la vanagloria, el orgullo. Incluso podemos denominar esas pasiones de otra manera. Así, podríamos hablar, por ejemplo, de la voluptuosidad, la envidia, la irascibilidad, la jactancia. Sin embargo, en líneas generales, estamos hablando de distintas formas de las mismas pasiones o de pasiones emparentadas entre sí, que pueden tomar otros nombres.
La doctrina sobre la vida espiritual del hombre no se halla contenida en ningún otro lugar, con una amplitud tan bendecida y de una forma tan admirable, como en los Santos Padres de Oriente. Todo creyente que quiera llevar una vida espiritual plena, especialmente si es un pastor de almas, no solamente tiene que conocer el ascetismo de los Santos Padres, sino que también tiene que mantenerse en comunión permanente con ellos, leyendo cada una de sus enseñanzas, para despertar en su corazón la experiencia de la vida espiritual.
Y no solamente tiene que leer sus textos, sino que también tiene que saber ponerlos en práctica, para conocer por experiencia aquello que los Padres nos enseñaron. Solo así el sacerdote podrá explicarle al fiel que viene a confesarse: “Sí, el pecado que cometiste es (o podría ser) muy grave. Pero lo importante no es solamente que te arrepientas de haberlo cometido, sino que tienes que llegar a la contrición por la pasión que ha engendrado o genera permanentemente ese pecado, y que para ti se ha convertido en una peligrosa enfermedad. Tienes que entender que primero es necesario arrancar de raíz esa pasión de tu corazón, para después cambiar tu alma y tu vida entera. Y podrás acercarte más a Dios, solamente cuando seas capaz de realizar esa transformación en tu vida espiritual”.
(Traducido de: Protoiereul Vladimir Vorobiev, Duhovnicul și ucenicul, Editura Sophia, București, 2009, pp. 21-22)