El ayuno: un precepto que nos trae paz
Es importante tener una regla, porque el ayuno también tiene la suya. Y éste no tiene razón de ser, si es practicado sin esa regla. El ayuno tiene su propia regla, con postraciones, con laconismo al relacionarnos con los demás, con tonificación del cuerpo, con vivificación del rostro.
Entramos en el ayuno buscando seguir una regla, y es bueno que deseemos completarla hasta el final No siempre actuamos así. Hay tantos momentos en nuestra vida de ayuno, que a veces creemos que vamos a destruir completamente nuestra regla. Algunos, por ejemplo, empezamos el ayuno predispuestos a practicarlo sólo la primera y última semanas.
Otros no lo empiezan siguiendo una regla, por eso no consiguen terminarlo. El rol de los oficios litúrgicos es el de introducirnos en una regla. Esta regla hace de nuestra vida, una agradable a Dios, trayéndonos paz y tranquilidad. Es importante, entonces, que tengamos una regla, porque el ayuno también la tiene.
Y éste no tiene razón de ser, si es practicado sin esa regla. El ayuno tiene su propia regla, con postraciones, con laconismo al relacionarnos con los demás, con tonificación del cuerpo, con vivificación del rostro. Porque, sin embargo, deberíamos mostrar que ayunamos, para que los demás sepan que aún se ayuna.
(Traducido de: Preot Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăşi pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 115)