Palabras de espiritualidad

El ayuno, ¿una terapia para la gula?

    • Foto: Ioana Stoian

      Foto: Ioana Stoian

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Por eso fue que también Jesús ayunó, no porque lo necesitara, sino para enseñarnos a nosotros a hacerlo.

Por eso fue que también Jesús ayunó, no porque lo necesitara, sino para enseñarnos a nosotros a hacerlo. Ya que los pecados cometidos antes del Bautismo trajeron el sometimiento al vientre, Jesús —cual un médico experto que ordena al paciente que ha sanado, que se aparte de todo aquello que le llevó a enfermarse— introduce el ayuno después del Bautismo.

La intemperancia del vientre hizo que Adán fuera echado del Paraíso, también provocó el diluvio en la época de Noé, e hizo que lloviera fuego sobre los sodomitas. A pesar de que el pecado de estos era el desenfreno, en la avidez del vientre tienen su origen una y otra condena.

Esto fue lo que Ezequiel quiso dar a entender, al decir: “Este fue el crimen de Sodoma, tu hermana, y de sus hijas: soberbia, gula y pereza” (Ezequiel 16, 49). También así fue como los mismos judíos llegaron a cometer los pecados más grandes, cuando desde la embriaguez y la saciedad cayeron en toda clase de iniquidades.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Omilii la Matei, omilia XIII, II, în col. PSB, vol. 23, p. 154)



 

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