El centro de la vida del cristiano auténtico
La oración comunitaria en la Divina Liturgia precisamente tiene el propósito de fortalecer nuestra unión con Dios y con los demás.
La vida religiosa del cristiano ortodoxo, sacerdote o laico, debe centrarse en la Divina Liturgia y no en otras cosas como peregrinaciones, exculpaciones o disposiciones más o menos improvisdas. La oración comunitaria en la Divina Liturgia precisamente tiene el propósito de fortalecer nuestra unión con Dios y con los demás.
Los que dicen “yo creo en Dios, pero no voy a la iglesia, no participo en la Divina Liturgia, no creo en los curas” están lejos de la fe, de Dios, de sus semejantes. Ese situarse fuera de la Iglesia y de la Liturgia desenmascara su orgullo y egoísmo, además de la inquina y la comodidad que petrifican sus almas. De igual forma, el cristiano que participa en la Divina Liturgia no debe ser esa clase de “feligrés de domingo”, solamente cuando se halla en el templo (aunque ni siquiera ahí renuncie a sus pasiones, como juzgar y murmurar en contra de otros), sino que debe comportarse como tal durante toda su vida. La eliminación de los pecados de nuestro comportamiento cotidiano debe ser considerado un proceso permanente, una lucha continua con nuestro viejo “yo”, (pecador) y una afirmación de la vida y luz de Cristo.
(Traducido de: Ieromonahul Adrian Făgețeanu, Ieromonahul Mihail Stanciu, De ce caută omul contemporan semne, minuni și vindecări paranormale? Un răspuns ortodox, Editura Sophia, București, 2004, p. 4