Muchos dicen que la vida cristiana es desagradable, difícil. Yo digo que es fácil y feliz, pero requiere de dos condiciones: amor y humildad.

El alma se enamora de Cristo cuando conoce y cumple Sus mandamientos. Cuando el alma se enamora de Cristo, ama también a los demás hombres, porque es incapaz de odiar a nadie.

El demonio no puede entrar al alma que está enamorada de Cristo. Si Él ocupa todo en tu alma, no quedará sitio para que también entre el maligno, por mucho que lo intente, porque no cabrá. De esta manera, podrás vivir la verdadera vida cristiana. [...]

Así, hermano, aprende a ser humilde en todo: en tus pensamientos, en tus palabras y en tu comportamiento. El humilde está convencido de que todo depende de Cristo y de que Él le dará Su Gracia. Y así es como avanza. El que se hace humilde empieza a vivir desde ya en la Iglesia terrenal no-creada. Tiene el gozo de Cristo, aun en la adversidad.

(Traducido de: Monahul Patapios Kavsokalivitul, Sfântul Cuvios Porfirie Kavsokalivitul. Sfințenia în secolul al XXI-lea, Editura Doxologia, Iași, 2015, pp. 55-56; 57)