El cielo espiritual de la Madre de Dios
¡Para Dios todo es posible! “Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán” (Isaías 1, 18).
¿Era posible que Aquel que adornó el firmamento con las estrellas, no embelleciera Su cielo espiritual con la Santísima Virgen María, Madre de Dios?
¿Era posible que Aquel que abrillantó la tierra con un sinfín de coloridas flores, llenándolas de aromas sin par, dejara de ataviar a Su Madre en este mundo con las incontables y variadas flores de las virtudes, haciéndola emanar todas las fragancias espirituales?
De esta forma, nuestra Señora se hizo cielo y trono de la Divinidad, ataviada con todos los esplendores y con todos los aromas que están más allá de todas lass fragancias del mundo.
¡Oh, si tan sólo la bondad divina me adornara también a mí, que soy un desvergonzado, por las oraciones de Su Purísima Madre! ¡Si tan sólo me llenara de esas fragancias, aún siendo impuro! ¡Pero, para Dios todo es posible! “Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán” (Isaías 1, 18).
(Traducido de: Sfântul Ioan din Kronstadt, Viaţa mea în Hristos, Editura Sophia, Bucureşti, 2005, p. 243)