El clamor que brota del alma
Este es el secreto de los monjes y de todos aquellos que llevan una forma de vida espiritual, empezando por los grandes padres del ascetismo.
“¡Señor Jesucristo, ten piedad de mí!”. Este es el secreto de los monjes y de todos aquellos que llevan una forma de vida espiritual, empezando por los grandes padres del ascetismo. En ellos, este llamado lleno de fe y amor por nuestro Señor Jesucristo se hace uno con la respiración de sus almas. Asimismo, aman repetir, día tras día: “¡Santísima Trinidad, gloria a Ti!”, “¡Gloria al Señor por todo!”, “¡Santísima Madre de Dios, socórrenos!”. Estas oraciones reemplazan perfectamente todas esas figuraciones interiores —tan absurdas e inútiles— que suelen atar a muchas mentes.
(Traducido de: Geronda Placide, Lettres aux amis du Monastère)