El Domingo de la Santa Cruz, día de Cruz para nosotros y para el mundo
El sacerdote vive profunda y dolorosamente el tiempo de la Divina Liturgia oficiada a puerta cerrada. El fiel vive profunda y dolorosamente el tiempo de la Divina Liturgia en la cual no participa físicamente.
1. Tomar la Cruz significa prolongar en nuestra vida el misterio de la Crucifixión de nuestro Señor Jesucristo.
¿Cómo se realiza esto?
- con la fe de que Dios no abandona a Su criatura;
- con la esperanza de que también en el infierno de la actual epidemia, Cristo desciende, nos toma de la mano, nos sana y nos salva;
- con el amor a nuestros semejantes, mostrando con esto nuestro dolor por su dolor.
2. Tomar la Cruz significa prolongar la humildad de Cristo en nuestra vida.
¿Cómo se cumple esto?
- Con una actitud humilde ante toda situación. La humildad es la única fuerza que vence siempre. La humildad no excluye la firmeza, el tono categórico y el dar testimonio de la Verdad..
- Renunciando a nuestra propia voluntad y permaneciendo en obediencia a la Iglesia, con la confianza de que Dios nos ilumina para tomar las mejores decisiones.
3. Tomar la Cruz significa entender el misterio de la separación física entre el sacerdote y sus feligreses.
¿Qué significa esto?
El sacerdote vive profunda y dolorosamente el tiempo de la Divina Liturgia oficiada a puerta cerrada.
El fiel vive profunda y dolorosamente el tiempo de la Divina Liturgia en la cual no participa físicamente.
El sacerdote pone en el prosforon, el vino y el agua de la Proscomidia todo el dolor, las lágrimas y las plegarias de los fieles en sus casas. El sacerdote pone la vida de los fieles en el Santo Cáliz, es decir, en las manos de Dios. El prosforon y el vino, junto con la vida de los fieles en ellos, se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor. El sacerdote comulga con Ellos. En su corazón, su mente, su pensamiento y su alma se hallan presentes todos los fieles. Por medio del mismo Cuerpo-Iglesia de Cristo, la Gracia llega hasta cada uno de sus miembros.
El fiel, en su casa, transforma su morada en Iglesia: con la lamparilla encendida, los íconos, las postraciones, el Salterio, los acatistos, las paráclesis, el vínculo con la iglesia... Pero, ante todo, con la esperanza de que Dios no nos abandona y de que volveremos lo antes posible a nuestras iglesias.
El sacerdote entenderá qué importante es la presencia de los fieles a su lado. Los fieles extrañarán a su párroco. ¡Qué prodigiosa familia!
4. Tomar la Cruz significa entender el misterio de la ascesis en nuestro propio hogar.
¿Qué significa esto?
“Detente y conoce que Yo soy Dios” (Salmos 45, 11), dice el salmista. “Tranquilízate y conoce que Yo soy Dios”, completa San Juan Crisóstomo.
La paz, la soledad, el retiro, el hesicasmo, dice el Paterikon, son: serenidad, fortaleza de los cristianos, escalera celestial, camino al Reino de los Cielos, madre de la compunción de corazón, causa de contrición, espejo de los pecados en el que el hombre reconoce los suyos, fuente de lágrimas y suspiros, luz de la mente, origen de la mansedumbre, colaboradora con la humildad, razón para llevar al hombre al estado de paz, tiempo para hablar con los ángeles, compañía de Dios, guardían de los pensamientos, auxilio para discernir los espíritus, fuente de todas las bondades, sostén en el ayuno, freno de la lengua e impedimiento de la gula, madre de la oración y la lectura, templanza con el oído y los ojos, mitigación de Dios, firmeza de pensamiento y protección de los que permanecen en sus celdas (monásticas), esperar a Dios en nuestra recámara, repetición con el salmista: “Mi corazón está dispuesto, oh Dios, mi corazón está dispuesto” (Salmos 107, 1), llevar el yugo que es fácil y las cargas que son ligeras, certeza en Cristo, antorcha que no se extingue, puerto seguro, anulación de la insolencia, supresión de la temeridad, transformación de la risa en suspiros, prisión de las pasiones, mentora de la piedad, tierra fértil y fructífera para Cristo.
5. Tomar la Cruz significa aceptar con indulgencia y amor las debilides y defectos de los que nos rodean: esposo/esposa, hijos, abuelos, etc.
Eres un "portador de la Cruz", cuando luchas por entender y perdonar al otro en su debilidad, darle la prioridad, humillarte ante él y, especialmente, abarcarlo con tu amor.
“Tres cosas hay que permanecen: la fe, la esperanza y el amor. Pero, la más grande de las tres es el amor” (I Corintios 13, 13).
Queda el amor a la Cruz, demostrada en estas maravillosas palabras de testimonio:
“La vida del cristiano es la cruz de cada día”. “Quien no se humille voluntariamente, será humillado por necesidad”. “Dame, Señor, humildad para librarme del látigo” (San Juan Crisóstomo)
“Dame, Señor, un tirón de orejas, porque si no podría traicionarte como Judas”, cxclama un pensador occidental.
“Amén. ¡Ven, Señor Jesús!
La Gracia de Jesús, el Señor, esté con todos. Amén” (Apocalipsis 22, 21).