Palabras de espiritualidad

El don de Dios en los santos

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

“Si eso fue lo que dijo este hombre de Dios, sin que yo le hablara nada de ti —incluso me aseguró que tendrás un hijo—, significa que esa es la voluntad de Dios. ¡Ve a buscarlo y pídele su bendición!”.

Anteriormente dijo que tuvo la oportunidad de conocer a San Porfirio, y me preguntaba si nos podría contar algo relacionado con él...

—Les puedo relatar mi propio encuentro con el padre Porfirio, en el cual también conocí el don que Dios le otorgó. De hecho, tuve varios encuentros con él. Pero uno de ellos fue especial. Fue después de haber permanecido en el Santo Monte Athos durante unos dos meses. Mi corazón estaba muy triste y oraba sin cesar para que ser resolviera cierto problema familiar. Algún tiempo atrás había visitado a mi hermana en Atenas, quien me contó que no podía tener hijos. La verdad es que nunca he mantenido un vínculo demasiado estrecho con mi familia y, en general, no suelo pensar mucho en ellos.  Pero, en esa ocasión, aquella noticia me entristeció tanto, que no pude dejar de orar con todas mis fuerzas por mi hermana. Al partir del Santo Monte, le pedí a un amigo que me acompañara a buscar al padre Porfirio. Cuando llegamos, el padre yacía enfermo en su lecho. Cuando entramos para pedirle su bendición, me vio fijamente y me preguntó:

—¿Hay algo que quieres decirme?

—Sí, padre... Me siento triste por mi hermana, quien vive en Atenas.

Pero no le dije cuál era el problema ni qué hacía mi hermana.

—Sí, no puede tener hijos —dijo el anciano—, pero dile que es una cosa psicológica. Si se tranquiliza, tendrá uno. 

Ni siquiera le había dicho que mi hermana estaba casada ni nada más. Me quedé atónito.

Al volver a Atenas, le dije a mi hermana: “Si eso fue lo que dijo este hombre de Dios, sin que yo le hablara nada de ti —incluso me aseguró que tendrás un hijo—, significa que esa es la voluntad de Dios. ¡Ve a buscarlo y pídele su bendición!”. Otro amigo mío la ayudó a llegar a donde estaba el padre Porfirio, quien la bendijo, ¡y al cabo de unos meses mi hermana dio a luz a una niña, después de doce años de matrimonio sin frutos!

A partir de este suceso se puede conocer todo: el don de la clarividencia y la profecía, y el milagro de Dios. Muchas veces más visité al padre Porfirio, pero esta fue la única ocasión en la que reveló el don de Dios. Sin embargo, he oído de muchos más milagros del padre Porfirio. ¡Creo que cada persona de Grecia tiene algo que relatar sobre el padre Porfirio!

(Traducido de: Arhimandrit Zaharia Zaharou, Adu-ţi aminte de dragostea cea dintâi (Apocalipsa 2, 4-5) – Cele trei perioade ale vieţii duhovniceşti în teologia Părintelui Sofronie, Editura Doxologia, Iaşi, 2015, pp. 336-337)