El don de Dios nos lleva a la contrición
Una vez recibida, la Gracia ya no se le quita al hombre durante el resto de su vida, de tal suerte que cada pecador puede, si así lo desea, utilizar el don celestial recibido para arrepentirse y vivir.
Dios le da a cada hombre la posibilidad de arrepentirse, especialmente a cada cristiano ortodoxo que ha recibido el don restaurador (vivificador) de los Sacramentos del Bautismo y la Crismación. Una vez recibida, la Gracia ya no se le quita al hombre durante el resto de su vida, de tal suerte que cada pecador puede, si así lo desea, utilizar el don celestial recibido para arrepentirse y vivir.
Si, con todo, el hombre elige seguir el camino decadente del pecado, el Señor le da la libertad de hacer lo que le plazca. A pesar de esto, por Su amor paterno, Dios le sigue enviando, en distintas circunstancias de su vida, diversos recordatorios para que vuelva al arrepentimiento, en forma de enfermedades, aflicciones y tribulaciones. Dios no le retira Su Gracia ni al más contumaz de los pecadores.
(Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 27)