El fervor y la oración
¿Qué sucedería si cada cristiano ortodoxo, día a día, una vez con su oración, encendiera su corazón con la llama de la lamparilla que está frente a los íconos de su casa? Todo resplandecería en esa devoción gratífica, y con amor ejecutaría su excelsa responsabilidad cristiana.
La devoción y la oración se hallan tan estrechamente vinculadas, que no puede existir la una sin la otra. Si hay devoción, hay oración. Si no hay devoción, tampoco habrá oración. En consecuencia, si en el corazón arde el deseo de orar, inmediatamente se encenderá en él una ferviente devoción.
Si, al contrario, la oración se apaga, también lo hace el fervor de llevar una vida espiritual agradable a Dios. A partir de esto entendemos que, si queremos cncendernos en un sublime fervor por Dios, tenemos que orar con mayor frecuencia.
¿Qué sucedería si cada cristiano ortodoxo, día a día, una vez con su oración, encendiera su corazón con la llama de la lamparilla que está frente a los íconos de su casa? Todo resplandecería en esa devoción gratífica, y con amor ejecutaría su excelsa responsabilidad cristiana.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creştinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, Bucureşti, 2010, p. 22)