Quiero recordarles la importancia de la caridad. Se trata de una gran virtud, que atrae la misericordia de Dios. La caridad no se le requiere a todos. A Dios no le importa la cantidad de dones que pongas sobre la mesa, que lleves a la iglesia o que ofrezcas a los demás, sino tu voluntad cuando los das.

El gozo de la caridad no radica en dar poco o mucho. No, consiste en dar de acuerdo a tus posibilidades.

Aunque demos poco, si nos duele no poder dar más, nuestro gesto es inmenso ante Dios. Recordemos aquellas palabras: “Todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca (...) os aseguro que no perderá su recompensa.”

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa - 15, Ed. Mănăstirea Sihăstria, 2006, p. 14)