Palabras de espiritualidad

El hesicasmo, la perfecta paz de la comunión con Dios

  • Foto: Crina Zamfirescu

    Foto: Crina Zamfirescu

El hesicasta sigue el camino de la quietud, que representa la esencia de la tradición ortodoxa, y cuyo propósito es guiarnos a Dios y unirnos a Él.

Aquel que practica el hesicasmo noético se llama “hesicasta”. El hesicasta sigue el camino de la quietud, que representa la esencia de la tradición ortodoxa, y cuyo propósito es guiarnos a Dios y unirnos a Él. Recordemos lo que dice San Juan Climaco: «El hesicasta es aquel que se esfuerza en encerrar lo inmaterial (el pensamiento, la mente) en la casa de su cuerpo, cosa que es digna de toda admiración. El hesicasta es la imagen de los ángeles en este mundo, porque, con el lienzo de sus anhelos y la letra de su perseverancia ha conseguido librar su oración de toda pereza y dejadez. El hesicasta es aquel que grita con fuerza: “A punto está mi corazón, oh Dios, mi corazón a punto” (Salmos 56, 10). El hesicasta es aquel que dice: “Yo dormía, pero mi corazón velaba (Cantar de los Cantares 5, 2)».

El hesicasmo constituye el método más adecuado para la concentración y elevación del alma a la comunión con Dios; fuera de él, no esposible alcanzar dicha comunión. Luego de explicar detalladamente el hecho que la mente del hombre —su energía— debe dirigirse al corazón, y que sólo en el corazón —en esa “vasija elegida de la razón y los pensamientos, en este inapreciable sitio del cuerpo”— se encuentra la Gracia de Dios, San Gregorio Palamás nos hace una vibrante pregunta: «¿Acaso no ves qué importante es que ellos (los hesicastas) hayan decidido retirarse para ensimismarse en su propia paz interior, para evitar que su mente se distraiga y confinarla en ese “cuerpo interior” del cuerpo, que se llama “corazón”?»

Debe subrayarse, no obstante, el hecho que el camino asceta de hesicasmo no es solamente un intento de retraer la mente a su propia composición y que el acompañamiento del corazón no es una técnica cualquiera. El hesicasmo es inspirado y guiado por el Espíritu Santo y se manifiesta por medio de una contrición constante y añoranza de Dios. No es una técnica arbitraria, específica al sistema antropocéntrico de pensamiento: «El hesicasmo del monje ortodoxo brota orgánicamente desde el más profundo arrepentimiento y el ferviente deseo de cumplir con los mandamientos de nuestro Señor Jesucristo. No se trata de una aplicación artificial de la teología aeropagita a la vida espiritual, porque ésta no contradice los resultados de la pacificación de la mente. Se puede decir, incluso, que se sobrepone al hesicasmo. Con todo, hay una diferencia: el asceta ortodoxo no alcanza el sosiego de la mente por medio de la filosofíca abstracta de la teología apofática, sino por medio de la contrición y la lucha contra las “leyes del pecado” (Romanos 7, 23) que obran en la naturaleza humana.» (Archimandrita Sofronio Saharov).

(Traducido de: Mitropolit Hierotheos Vlachos, Psihoterapia ortodoxă: știința Sfinților Părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, pp. 367-368)



 

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